miércoles, 28 de abril de 2010

Tiempos

Se acaba el tiempo

La aguja grande del reloj de la torre
avanza paso a paso
a ritmo constante
sin miedo, sin tacto, sin pena

Y tu, pequeña agujita corta
te ves obligada a avanzar
dudosa, lenta, violada
y te aproximas a la cima.

 
Pero es tarde, la mayor manda
y es sorda y fría.

Adios, pequeña aguja de cristal
has de moverte aunque no quieras
no te niegues a la evidencia
y deja que el engranaje que te sostiene
se sujete en la siguiente pestaña.

No llores cuando llegues
podrías oxidar tu esfera de metal
empañar el cristal que te protege
y tu casa, como la mía
dejaría de tener sentido

No me sirve un reloj sujeto a la muñeca
que sólo marque los minutos
reconozco la injusticia
pero eres tú quien me marca el límite.

jueves, 22 de abril de 2010

Metamorfosis

Siempre me queda la sonrisa
esperándome en el descansillo
tu palabra amable
con voz en proceso de cambio.

Tu mirada, tan parecida a la mía,
me sorprende cambiante
al doblar la esquina.

Me queda tu beso de buenas noches
aún intacto de madureces y verguenzas
tu reproche parido de convivencia
 y tu auxilio con forma de cuerpo blando.

Me sigue quedando el perseguir tus pasos
el observar de tus cambios,
escuchar tus indecisiones
atender tus necesidades
y reir de tus risas sin motivo.

Y tu siempre me socorres
en un juego infantil
de domingo por la mañana.

Y mientras, me pregunto cuando
y cuanto nos durará
el coletazo de tu infancia
y deje de ser andamio de tu cuerpo.

Para Nacho

lunes, 19 de abril de 2010

Carta para Mafalda


Querida Mafalda:

En este día tan especial me acordé de tu cumpleaños...

¡Cómo pasa el tiempo! Nacimos en el corazón de un país que soñaba. ¡Cuantas utopías! ¡Cuantos deseos de crecer, de mejorar las cosas!

Nos tocó convivir con un tiempo de hombres creativos: Luther King, Che Guevara, Juan XXIII, John Kennedy; nos trasmitieron el sentido de la justicia, el valor de los sentimientos, la maravillosa aventura de pensar con la propia cabeza...

Ayer me preguntaba por nuestra amiga Libertad, aquella pequeñita que un día encontraste en una playa, no me acuerdo si era Santa Teresita o Mar del Tuyu, me acuerdo todavía cuando la presentaste a tus padres...
Era vivaracha y quemadita por el sol de febrero.  ¿Donde vive Libertad? ¿Es verdad que la mataron durante la dictadura? Dicen que la torturaron y su cuerpo desapareció en el Río de la Plata....  Me cuesta pensar que se murieron sus sueños. ¿Y si vive? ¿Estará filosofando sobre la fragilidad de las cosas y el sentido de la vida?

¿Qué fue de Susanita? ¿Se casó? ¿Pudo realizar su vocación de ser madre?  La imagino viviendo en alguna ciudad de provincia, paseando del brazo del marido (un hombre bajo y calvo) en una tarde de verano, contenta con sus hijos y cuidando el primer nieto, realizada como tantas comunes mujeres...

Supe de Manolito, que perdió sus ahorros durante el corralito y no soportó tanta crisis. Los últimos días lo vieron cabizbajo, murmurando palabras incoherentes, abandonado como un mendigo en una estación de trenes, triste y abatido como tantos...

Se que Felipe vive en La Habana, que probó con el cine, que tiene un taxi y que habla a los turistas de Fidel y de la revolución con el mismo entusiasmo de cuando vivía en Buenos Aires...

A Guille, tu hermano, lo escuche tocar, hace poco, en la Scala de Milano. Vive en Ginebra, nunca se arrepiente de haber emigrado en los últimos años de Alfonsín, me contó que es feliz con su nueva pareja...

Y vos, querida amiga, ¿cómo estás? Hace tanto tiempo que no tengo noticias tuyas. Sé, por otros, que seguis escuchando la radio, que lees los diarios del mundo, que te duele el Irak como te dolía Vietnam, se que trabajas para la FAO por los pueblos del hambre, que estás indignada por la prepotencia de Bush.
Me llegó tu pedido para juntar medicinas para los Medicos sin Fronteras, se que siguen las reuniones en tu casa de París, que estas confundida, inquieta y preocupada por el futuro del mundo...

En fin, Mafalda, se lo suficiente como para saber que seguis viva, viva en el alma, niña como siempre...

De parte mía sigo escribiendo siempre, renegando porque me falta tiempo; creyendo, como siempre, en el valor de la sinceridad, perdiendo oportunidades por manifestar mis ideas.  Algunos días estoy triste y deprimido, pero puede siempre mas la alegría que la tristeza... El mundo no mejoro mucho desde la época en que vivíamos juntos en nuestra patria.

A veces, cuando miro el globo terráqueo, encuentro tu mirada, pienso en todos aquellos que lo miran como vos, en los ojos de los que protestan, de los que no se conforman, y de los que viven en la atmósfera del optimismo y de la justicia..  Esos ojos, junto a los míos, te desean un buen día, querida amiga, por otros cuarenta años tan intensos y jóvenes como los que has vivido.

Un beso grande de tu amigo que te quiere como siempre.

Miguelito.

sábado, 17 de abril de 2010

Huida

No salgas corriendo,
los caminos son tan infinitos
que terminarás cansándote.

Hace tiempo que me yo me di cuenta,
y tiemblo al pensar
si al decirte que podría quererte
el miedo agarrote tus manos
y no vuelvas a escribir
las cartas que nunca recibo

La huida es más dolorosa
que la ausencia amenazante.
y mientras, el miedo
se ríe de nosotros al final del tiempo.

No permitas que las aguas te inunden,
que la grieta te trague,
que el sueño te venza
y que el deseo se ahogue así,
sin más,
sin pena,
y lo que es peor,
sin gloria.

jueves, 15 de abril de 2010

La mujer perfecta.


Nasrudín conversaba con sus amigos en la casa de té y les contaba como había emprendido un largo viaje para encontrar a la mujer perfecta con quién casarse. Les decía:

-Viajé a Bagdad, después de un tiempo encontré a una mujer formidable, atenta, inteligente, culta de una gran personalidad.

Dijeron sus amigos:
-¿Por qué no te casaste con ella?

-No era completa, -respondió Nasrudín-, después fui a El Cairo, allí conocí a otra mujer ciertamente fabulosa; hermosa, sensible, delicada, cariñosa.

-¿Por qué no te casaste con ella?, dijeron los amigos.

-No era completa -respondió nuevamente Nasrudín-, entonces me fui a Samarcanda allí por fin encontré a las mujer de mis sueños; ingeniosa y creativa, hermosa e inteligente, sensible, culta, delicada y espiritual.

-¿Por qué no te casaste con ella? -insistieron sus amigos.

-Pues saben por qué, ella también buscaba a un hombre perfecto.



domingo, 11 de abril de 2010

Notas de Viaje


Quisiera ir con Ernesto y Alberto por la mayúscula América, desde Méjico al Estrecho de Magallanes, o quizá ser la compañera de cincuenta años después venida de otro lugar y otro espacio, reencontrándome con los caminos que ellos recorrieron en los que las cosas no han cambiado tanto. Quisiera ser la mochila ajada que cargaba Ernesto a ratos y a otros Alberto desde la Patagonia hasta el norte de Venezuela, por ésa América tan sufrida como bella, ésa América de mis sueños y mis ambiciones.

Quisiera descubrir en la mirada de una trabajadora el deseo del cambio, quizá en el desierto de Atacama, quizá desde el principio de la cordillera andina, quizá escondido en el guijarro de la tierra expropiada. Quisiera conversar con el campesino, sentarme a su lado y empaparme de su lucha discreta, de su incansable fuerza moral, de su entrega por la tierra, del amor que exhala cada poro de su piel bella e indígena. Quisiera que las palabras en quechua de la mujer suave de Cuzco sean la música del espíritu de la América Latina que fue robada no hace quinientos años, sino durante quinientos años.

Quiero sentarme en una piedra milenaria del Machupicchu junto a Ernesto y escuchar con Alberto palabras de revolución aún en estado de gestación. Quiero que la yema de mis dedos se deslice en la hendidura milimétrica del muro de Ollantaytambo y que en el deslizar hiera mi dedo y sangre la culpa adquirida, la pena infinita que me provoca la reflexión de Ernesto cuando cayó en la cuenta de que algo trágico había ocurrido con este continente si una civilización capaz de construir maravillas terminaron asentando y construyendo conos, ranchos y favelas.

Quisiera que de mis pulmones asmáticos contagiados por las vivencias no renunciaran nunca, tal y como lo hizo Ernesto, de seguir respirando bocanadas de libertad y mandar la muerte al carajo. Lo conseguiste Ernesto, aún vives.

Quiero ser el remo que se clave en el agua, quiero nadar al otro lado del río Amazonas, quiero recorrer la cordillera paso a paso, quiero levantar mis manos al cielo y clamar por la justicia y la libertad allá, en cualquier lugar del continente sur, en Uruguay, en Chile, Colombia, Perú, Bolivia o Argentina. Quiero escupir en mi caminar esta inquietud y esta lágrima, escuchar, evidenciar, redescubrir y desentrañar los secretos indígenas, dejarme en un lago de aguas heladas, morir en el descanso nocturno y llegar al norte de Venezuela con una sonrisa perenne y la mirada cambiada.

Clavar mi remo en el agua, llevar tu remo en el mío, y creer y saber que he visto una luz al otro lado del río.



sábado, 10 de abril de 2010

La verdad


No intentes ocultar la verdad
como si el aval de la eternidad
fuera de tu pertenencia.

La verdad es como el rocío de la mañana
si duermo hasta tarde no la veré
pero si despierto pronto
mojará mis pies sin remedio.

Inventario de las cosas que me faltan

Inventario de las cosas que me faltan:


El beso en la mejilla al despertar,
tu chaqueta colgada en el perchero,
el abrazo espontáneo en la cocina
las caricias nocturnas
las diurnas.

El ruido que haces al salir de casa
quedar para comer
el paseo sin rumbo
compartir una lectura
repartir una duda.

Tu mano en mi pecho
tu aliento en mi nuca
un te quiero escapado
tu mirada clavada en mi

La evidencia de tu presencia
tu presencia
tu compañía
tus desacuerdos
algún reproche ¿porqué no?

La risa,
el juego
el apoyo
el apoyo sin palabras,
el apoyo mudo

Tus botas en la entrada
el libro en la mesilla
tu camiseta a los pies de cama
tu palabra clavada en la almohada

Tu.

jueves, 8 de abril de 2010

Me gustas


Me gusta el entornar de tus ojos
cuando quizá por vergüenza
esquivas mi mirada intensa y a distancia

Me gusta el rizo que quiere asomar por tu pelo
y la barba que presume en tu barbilla,
por que sujeta la sonrisa amable
que me lanzas desde el otro lado del segmento.

Me gusta tu nuca.
Presiento que es el epicentro de tu cuerpo
y que el leve rozar de mis dedos en ella
harían temblar tu pequeño mundo
de costumbres y rutinas perfectamente ordenadas.

Tu espalda,
he visto que en ella guardas recelosamente
las cicatrices de lo que un día
fue y ya no es, pero permanece.

Tus hombros, me gustan tus hombros
por que en ellos llevas cargas etéreas
en sacos de telas tejidas por palabras.

Y tu boca, me gusta tu boca
la boca con la que me das mil y un besos
que desembocan en mis playas

Y tus pies y sus huellas
y tus manos y su letra
y tu gesto y su compromiso
y tu voz y su acento.

Me gustas, me gustas mucho,
me gustas tanto
que me faltan versos.








miércoles, 7 de abril de 2010

El Profeta (El matrimonio)


" Nacisteis juntos y juntos permaneceréis para siempre.
Aunque las blancas alas de la muerte dispersen vuestros días.
Juntos estaréis en la memoria silenciosa de Dios.
Mas dejad que en vuestra unión crezcan los espacios.
Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos uno a otro, mas no hagáis del amor una prisión.
Mejor es que sea un mar que se mezca entre orillas de vuestra alma.
Llenaos mutuamente las copas, pero no bebáis sólo en una.
Compartid vuestro pan, mas no comáis de la misma hogaza.
Cantad y bailad juntos, alegraos, pero que cada uno de vosotros conserve la soledad para retirarse a ella a veces.
Hasta las cuerdas de un laúd están separadas, aunque vibren con la misma música.
Ofreced vuestro corazón, pero no para que se adueñen de él.
Porque sólo la mano de la Vida puede contener vuestros corazones.
Y permaneced juntos, más no demasiado juntos:
Porque los pilares sostienen el templo, pero están separados.
Y ni el roble ni el ciprés crecen el uno a la sombra del otro. "

Khalil Gibrán