miércoles, 28 de abril de 2010

Tiempos

Se acaba el tiempo

La aguja grande del reloj de la torre
avanza paso a paso
a ritmo constante
sin miedo, sin tacto, sin pena

Y tu, pequeña agujita corta
te ves obligada a avanzar
dudosa, lenta, violada
y te aproximas a la cima.

 
Pero es tarde, la mayor manda
y es sorda y fría.

Adios, pequeña aguja de cristal
has de moverte aunque no quieras
no te niegues a la evidencia
y deja que el engranaje que te sostiene
se sujete en la siguiente pestaña.

No llores cuando llegues
podrías oxidar tu esfera de metal
empañar el cristal que te protege
y tu casa, como la mía
dejaría de tener sentido

No me sirve un reloj sujeto a la muñeca
que sólo marque los minutos
reconozco la injusticia
pero eres tú quien me marca el límite.

1 comentario:

  1. Parece que la esbelta, puntuaguda, estrecha y canija aguja es la que marca el paso. La que arrastra a la otra, pesada, gordita, rechoncha y atiborrada con injentes comilonas temporales. El secreto es que esta última es la que manda y ordena trabajo para su súbdita huesuda flaquita. Avanza sin prisas, pero sin pausa.
    Las dos son complices en girar la máquina del tiempo con el propósito de acercarnos algún qué viernes en el que se pueden disipar "expectativas", que nos traigan, tirados por los pelos de la cronología, la decepción, la frustración.
    No obstante, aunque cueste creerlo, contra lo que no pueden urdir planes mefistofélicos, son las relaciones humanas, basadas en la amistad, el amor y el respeto. Por lo cual, uno está dispuesto a apreciar, respetar y querer, a pesar de todo lo negativo que podría surjir, o simplemente, a pesar del incuplimiento de las expectativas de algún día y medio (o menos).
    Saludos

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