lunes, 4 de marzo de 2013

Aroma de otoño

Hoy la tarde
huele a otoño.

Podrá ser tres de marzo
quince de abril
o mediados de agosto
pero el aire
se cuela atrevido
por los bajos de la falda
y me levanta el miedo
y se me caen las hojas
muriendo la lectura
entre los dedos.

La tarde
huele a lluvia de octubre

Podrá el sahara
asomarse a la ventana
o el iceberg despedazarse
en el paisaje
o venir el jilguero
a hacer su nido
en el quicio de mi ventana
que hoy
acabará cayendo el cielo
sobre los hombros de mi chaqueta
mojando la duda
empapando el recuerdo
que llevo prendido en el pecho.

Hoy la tarde
huele a hoja seca en el suelo
a rama que cruje en el silencio
a intempestivo otoño
a destiempo.

CASAS SIN GENTE. GENTE SIN CASAS



Hay casas
que son luminosas
aún sin tener ventanas al sur.

Hay migas en el suelo
prisas en las puertas
atropellos en los pasillos
papeles de madalenas
en el cubo de la basura.

Siempre tienen café caliente
cacao en los armarios
ropa tendida
jueguitos de madera por el suelo
y papeles
muchos papeles en los cajones.

Los gomez
desde hace días
recogen las cortinas
doblan las sábanas
embalan los recuerdos
en cajas de treinta por treinta
y clausuran sus sonrisas
con cinta adhesiva
de cerrar vidas.

Pretenderán censurar
la palabra desahucio
más en los poemas
en las pancartas
en las voces
el dolor se abre camino
tras la última vuelta de llave
en las cerraduras.

La luz no se desahucia
y no podrán robárnosla.

AMAR LOS LUNES

Amar los lunes
no es tarea fácil.

Los lunes
todas las escaleras son imposibles
los tejados simples
las corbatas todas a rayas
los pasos de igual medida.

Los lunes
el tren siempre sale
a las ocho y treinta y dos
el reloj de la cocina
ha dejado escapar el cuco
el café está cargado
y traslado el futuro de una semana
en el bolsillo derecho del abrigo.

No es sencillo amar los lunes
despegarme de tu nuca
besar la comisura de tu sueño
sacar las llaves de debajo de la almohada

Los lunes
la ciudad es una amenaza
un ataque de rutina
directo a las entrañas
la costura jamás acabada
ropa tendida y mojada
de la lluvia tenue de los domingos.

Firmemos un pacto
que no sea de matrimonio de diario
firmemos un acuerdo pues
y eliminemos los lunes
de nuestros calendarios.

Así,
podré amarte siempre
tan fácil como los martes
tan apasionadamente
como los viernes
tan profundamente
como el domingo por la noche

Domingos
vísperas de lunes grises
en los que me cuesta dejarte.