Allá,
donde voy,
no preciso de duplicados
de sonrisas
ni compases de andares
de ocho a tres
ni calendarios en la cocina
ni prisas antes del desayuno.
Allá, donde voy,
me espera un claro tempranero
café en grano
comida al paso
palabras mojadas en tintos
y canto de tucanes.
Como metal vuelvo
al imán de las orquídeas
a sentir de nuevo tus olores
a dejarme iluminar por el sol
mientras mi vida duerme.
Vuelvo a darme al amor
por una tierra desconocida
en tan solo un puñado
de amaneceres
En el hatillo
me traeré sonrisas
un ramillete de voces
y la certeza
de que éste
quizá en otra vida
ha sido mi continente.