miércoles, 24 de marzo de 2010
Al final del día
Penden de un hilo en el techo
las alegrías que me sujetan a la vida
las penas con las que no me reconcilio
los silencios que dejan los recuerdos
Me esperan en el pliegue de la sábana
y crecen envolviéndome en una ola
de telas con olor a viajes imposibles
Se dibuja en el estampado de las paredes
lo que el día pudo regalarme
y sin embargo se guardó para mejor ocasión
Y en el techo, el ventilador se mueve,
arrastran en sus aspas las palabras
que no dije la semana pasada
Y crecen retamas floridas por debajo de mi cama,
y sueño con los que viven mientras duermo
y me despido de los muertos
y me duermo oliendo a poleo.
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